miércoles, 18 de febrero de 2015

Cuarenta Días para la Gloria en Sevilla.



Cuarenta días. Sevilla comenzará a despertarse de una espera que empezó con los últimos compases de una saeta en la penumbra de San Lorenzo, con la Soledad de una madre a los pies del madero. Las puertas de la Gloria volverán a cerrarse como cada año en Santa Marina, bajo la melodía que compusiera Font de Anta, para dar paso al anhelo que nacerá con un reguero de capirotes blancos abriéndose entre una multitud de estreno y de luz, bajo un techo azul celeste impoluto de un nuevo Domingo de Ramos.
“Polvo eres y en polvo te convertirás”. Bajo la señal de la Cruz en tu frente como cada Miércoles de Ceniza, inicias la cuenta atrás para encontrarte con ese Dios Verdadero, Único. Sedente, humilde y paciente. Aquel que carga en su espalda con los pecados de todo el que deposita su Fe en cada una de sus llagas.
Lo has visto entrar en silencio, despacio, por un lugar casi insólito. Lo viste perderse por el Compás de los Terceros...cuando vuelvas a tenerlo contigo, será Domingo de Palmas y todo estará consumado. Pero ahora te toca hacer otro rito cuaresmal. Tienes que hacer cola de nuevo en la casa hermandad, allí los mayordomos, diputados mayores de gobierno y auxiliares te esperan para darte el que será tu renovación con Ellos. "¿Cristo o Virgen?", la pregunta del millón, tú eres nazareno de Cristo desde chiquitito, así, que no hace falta que te lo pienses mucho, "Cristo".  Ya tienes en tus manos, el papel que acredita que realizarás manifestación pública de Fe junto a los que te dan la vida cada día. Pero aquí, no acaba todo. Ahora debes sacar del altillo tu tesoro mejor guardado, el que metes en una caja con mimo para que no se estropee. Aquí está tu túnica.
Otra de tus tradiciones en estos días. El capirote. Eres fiel a las tradiciones sevillanas, te gusta hacértelo en Alcaicería, llegas hasta allí por Puente y Pellón. Sólo te queda recogerlo. Tus nervios se van acrecentando a medida que comienzas a andar por las calles del casco antiguo. Algo es diferente, la luz, el olor, la gente, hay algo en el ambiente que te está avisando de lo que va a venir. Bajas por la callé Córdoba, ese aroma inconfundible de incienso haces que pases por allí y digas aquello de "cómo huele!!". Prosigues hasta el Salvador, allí Martínez Montañés como si esperara lo que está ocurriendo justo a su espalda, la "rampla" ya está aquí. Paseas por la plaza, llegas a Entrecárceles buscando la Plaza de San Francisco, lo que ven tus ojos te acelera aún más el corazón. Andas hacia el cruce con Sierpes como si de un diputado de tramo se tratara. Y allí, ante tus ojos, mientras la Giralda es testigo, los palcos se están montando.
Sigues andando, si Iniesta fuera de Sevilla diría en esta época "café y torrijas para todos!",  ves en las cafeterías las meriendas, casi todas iguales, torrijas y pestiños como si no hubiera mañana, y si puede ser escuchando una marcha o hablando de cofradías, mejor que mejor, que ya te queda ná pero que tú quieres que llegue ya, que eres mú jartible.
Y ahora sí, sólo una semana...siete días que te separan del sueño. Una semana para ver cómo cada palio va tomando forma, cómo la cera deja su inconfundible olor al fundirse, para cruzarte en una noche de marzo con esa mudá. Pero tranquilo...disfruta de estos cuarenta días, que aunque la espera se vea larga...es corta en los días del calendario del cofrade.
 Info: De Nazaret a Sevilla

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